Los aviones que no fueron, parte 2: Lockheed Martin FB-22 Strike Raptor, un delirio fascinante
Existen conceptos en la historia de la aviación que, aunque nunca alcanzaron la producción en serie, proyectan una larga sombra sobre el desarrollo tecnológico y la doctrina estratégica. Uno de estos casos es el Lockheed Martin FB-22 Strike Raptor, una propuesta de bombardero furtivo supersónico derivado del formidable caza de superioridad aérea F-22 Raptor.
Concebido a principios de la década de 2000, el FB-22 representó una seria consideración por parte de los planificadores de defensa para adaptar la tecnología de vanguardia del F-22 a un nuevo propósito estratégico, obteniendo el interés de figuras influyentes dentro de la cúpula de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos (USAF).
Lockheed Martin inició estudios internos sobre el FB-22 alrededor de 2001, presentando formalmente los conceptos a la USAF entre 2002 y 2004. Este movimiento proactivo buscaba anticipar una necesidad operativa emergente, aprovechando el conocimiento íntimo de las capacidades del F-22, que se acercaba a su debut operativo a finales de 2005.
El objetivo principal del diseño del FB-22 era servir como un "bombardero regional" interino o un "cazabombardero de mediano alcance". Esta categorización lo situaba en un nicho operativo distinto, entre los cazas tácticos, con sus alcances típicamente más cortos y cargas útiles menores, y los bombarderos estratégicos de largo alcance.
La aeronave buscaba cerrar una brecha de capacidad percibida, complementando una flota de bombarderos estratégicos envejecida cuya sustitución integral se proyectaba para mucho más tarde. No obstante, su designación como solución "interina" conllevaba vulnerabilidades inherentes, haciéndolo susceptible a la cancelación si una opción estratégica a más largo plazo ganaba impulso, como finalmente sucedió.
El programa FB-22, aunque nunca llegó a producción, ilustra la ambición de adaptar plataformas avanzadas existentes para roles nuevos y en evolución, un tema recurrente en la adquisición de defensa. Su trayectoria subraya la compleja interacción del potencial tecnológico, los requisitos estratégicos cambiantes, las lecciones operativas y las omnipresentes restricciones fiscales.
A principios de la década de 2000, la USAF identificó la necesidad de una aeronave de ataque avanzada capaz de penetrar el espacio اéreo disputado y lanzar armamento de precisión a distancias mayores que los cazas típicos. Este requisito se agudizó con el retiro del F-117 Nighthawk y mientras el F-35 t Strike Fighter aún estaba a años de su servicio operativo. El extraordinario éxito y las características avanzadas del F-22 en combate aéreo llevaron a los oficiales de defensa a considerar su potencial para un rol expandido. La pregunta "¿y si lo hacemos más grande"
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